"Si pudiera dormir rodeándote con mis brazos, la tinta podría quedarse en el tintero" (D. H. Lawrence)

jueves, 1 de febrero de 2018

El encuentro


Teníamos una cita, pero ignoraba que acudiría con presteza y ese abandono propio de quien sabe que no se puede eludir lo ineludible. Lo hizo como lo que era, todo un señor. Vestido de chaqué, al alba, escaso de equipaje y sin dejarse intimidar por la niebla.
La barca, similar a la de Caronte, aguardaba para iniciar una travesía que nos llevaría a otros mundos, lejos de este que le había dado la espalda. Ciertamente era un tahúr, había jugado sus cartas y las había perdido; porque la vida en ocasiones es así de volátil, hoy te mima y mañana te desprecia. Llegado el momento, él no tenía nada que perder.
La noche anterior yo había hecho mi apuesta y él la aceptó. Esa mañana, con puntualidad británica, atravesó el malecón de piedra y se acercó hasta mí. No vio al cuervo. Atisbó su destino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario